Juliette Moreau recibe una herencia de Margueritte Bernard, una tía bisabuela cuya existencia ignoraba. Además de una mansión del siglo XVIII y otros bienes, la herencia incluye unas cartas en las que Margueritte hace una narración de su vida. Las cartas y la mansión, de la que todo el pueblo asegura que perteneció a la Cenicienta, se convierten en protagonistas y testigos de la vida de Juliette y de quienes tiene a su alrededor. Engaños, tristezas, alegrías, miedos, superaciones, encuentros, reconciliaciones e historias de amor son los ingredientes de esta novela, tal como en la vida misma.